Nuevamente, una muerte, irreversible, genera medidas para casos futuros. En ese camino se entiende la autorización para el “acompañamiento de pacientes” en casos terminales.
El “caso Solange”, la joven que falleció como consecuencia de un cáncer de mama es el desencadenante de tal medida. A su padre, residente en la neuquina localidad de Plottier, no lo dejaron ingresar a la provincia en un control policial y denunció tamaña cuestión.
Su denuncia a las autoridades es analizada, en medio de una indescriptible congoja.
El texto de la flamante norma, que deberá ser reglamentada por gobernadores en cada caso, remarca: “Deberá autorizarse el acompañamiento durante la internación, en sus últimos días de vida, de los y las pacientes con diagnóstico confirmado de COVID-19 o de cualquier enfermedad o padecimiento”.
Se dispone allí que las autoridades “deberán prever la aplicación de un estricto protocolo de acompañamiento de pacientes que resguarde la salud del o de la acompañante”, además de cumplir protocolos sanitarios y el requerimiento del “consentimiento previo, libre e informado por parte del o de la acompañante”.