El republicano Donald Trump se convirtió hoy en el presidente electo de Estados Unidos al obtener un resonante triunfo sobre la demócrata Hillary Clinton en unos comicios cuyos resultados sorprendieron al mundo.
La elección presidencial deja a la mayor economía del planeta ante una profunda división política, y al resto de la comunidad internacional en alerta debido a las preocupaciones y la incertidumbre que despertaron las propuestas de Trump, centradas en un discurso anti globalización y por momentos xenófobo.
En su discurso de victoria y en un claro intento por sanar esas heridas internas, Trump prometió gobernar para todos los norteamericanos y dijo que que recibió un llamado de Clinton, a quien elogió, para felicitarlo por su triunfo.
“Es tiempo de que nos reconciliemos como un solo pueblo unido”, dijo, ante cientos de fervorosos seguidores en un hotel de Nueva York.
“Acabo de recibir una llamada de la secretaria (de Estado) Clinton. Nos felicitó por nuestra victoria, y yo la felicité a ella y su familia por esta campaña muy duramente peleada”, prosiguió.
“Hillary ha trabajado durante mucho tiempo y con mucho esfuerzo por un largo período de tiempo, y tenemos con ella una gran deuda de aprecio por nuestro país”, añadió.
En un desenlace que recordó al Brexit y al impactante “No” de los colombianos al acuerdo de paz con las FARC, el magnate inmobiliario devenido político ganó la Casa Blanca enfrentando a la élite política y mediática del país, incluyendo a buena parte de su propio Partido Republicano.
Para sus votantes, en su mayoría blancos de clase trabajadora, su victoria es un auténtico milagro que reescribe los manuales sobre cómo se hace política en un país con millones de personas desencantadas con la dirigencia tradicional.
Para tantísimos otros, en cambio, es un salto al vacío y un retroceso para un país de enorme diversidad cultural y deseoso de una mayor igualdad de género, así como una amenaza a las conquistas logradas por el presidente saliente Barack Obama, especialmente su reforma del sistema de salud.
Contra todos los pronósticos, Trump, de 70 años, se impuso en los decisivos estados de Florida, Ohio y Carolina del Norte, una notable demostración de fuerza en una reñida carrera por la Casa Blanca.
Trump también triunfó en estados industriales del norte y noreste de Estados Unidos, como Wisconsin, que habían acompañado al Partido Demócrata de Clinton y Obama en las elecciones presidenciales de las últimas tres décadas.
El republicano ganó también en Iowa, un estado industrial del Medio Oeste que había votado por los demócratas en seis de las últimas siete elecciones presidenciales y que Obama había ganado las dos veces que se postuló.
También triunfó en Pensilvania, donde un republicano no se imponía desde 1988.
El escrutinio se extendió entrada la madrugada, hasta que finalmente Trump superó los 270 votos electores necesarios para consagrarse presidente, según el sistema de elección indirecta de Estados Unidos.
Cuando aún faltaba completarse el escrutinio en algunos estados, Trump sumaba al menos 288 electrores, contra al menos 215 de Clinton.
Más temprano, la certeza de que una victoria de Trump era inevitable causó un desplome de los mercados en Asia y de los futuros del Dow Jones, reflejando el temor y pesimismo de los inversores ante lo que la presencia del republicano en la Casa Blanca podría implicar para la economía y el comercio global.
Clinton, un ícono de la política estadounidense de las últimas décadas, aspiraba a hacer historia como la primera mujer presidenta de Estados Unidos, tomando la posta de Obama, el primer mandatario negro del país.
Su pulseada política con Trump, un famoso empresario sin experiencia política, fue una de las más rencorosas y polarizadas de la historia reciente, exponiendo y profundizando la división de Estados Unidos.
Las palabras de encomio hacia Clinton constituyeron un drástico cambio del tono de su discurso respecto a su adversaria, luego de haberse referido a ella durante la campaña como una “mujer asquerosa” y una “criminal” a quien no debía habérsele permitido postularse a la Presidencia.
El mandatario electo prometió gobernar para todos los ciudadanos de su país, para los que lo votaron y también para los que no lo hicieron.
“Trabajando juntos, empezaremos la tarea urgente de reconstruir nuestra nación”, dijo, antes de señalar que “cada hombre y mujer estadounidense tendrá la capacidad de realizar su potencial”.
Un sondeo de boca de urna reflejó la polarización extrema que dejó la áspera campaña.
A nivel nacional, las mujeres apoyaron a Clinton, de 69 años, por márgenes de dos dígitos, mientras que los hombres se mostraron significativamente más inclinados a respaldar a Trump.
Más de la mitad de los votantes blancos optaron por el republicano, mientras que 9 de cada 10 afroestadounidenses eligieron a Clinton y dos tercios de los hispanos también respaldaron a la demócrata.
Trump gobernará con un Congreso bajo control total de los republicanos.
El camino de los demócratas hacia la reconquista del Senado se volvió virtualmente imposible luego de que los republicanos mantuvieran las cruciales bancas en juego en Carolina del Norte, Indiana y Florida.
El partido de Trump también amplió su mayoría en la Cámara de Representantes, que es la más amplia desde 1928.
La ex secretaria de Estado ganó en Virginia, Colorado y Nevada, estados clave, y también se impuso en California, el estado más poblado del país y el que envía más delegados, un total de 55, al Colegio Electoral que elige al presidente de Estados Unidos.
Exultantes, cientos de seguidores de Trump celebraron ruidosamente en el búnker del candidato en un hotel de Midtown Manhattan.
En contraste, numerosos partidarios de Clinton, que esperaron durante horas en un centro de convenciones de la misma ciudad para celebrar su victoria, abandonaron el lugar cabizbajos, y poco después la demócrata decidió no dar el discurso que tenía previsto.
Fuente: Agencia Télam