Se trató de un ataque armado, que las autoridades calificaron como “un atentado terrorista” y que el gobierno vecino de Estados Unidos aprovechó para justificar los polémicos vetos a refugiados y musulmanes en su país.
El domingo bien tarde, dos agresores abrieron fuego sobre unos 50 fieles que celebraban un rezo dominical en el Centro Cultural Islámico, ubicado en el barrio de Sainte-Foy, en la ciudad canadiense de Québec. Después de la masacre, los atacantes -uno de origen marroquí, según la prensa- fueron detenidos.
Los responsables de la Policía Montada de Canadá y de la Policía de Quebec informaron en una conferencia de prensa que los dos detenidos son jóvenes de entre 20 y 30 años, y que no eran conocidos por las autoridades.
A diferencia de lo que sucede en el país vecino, el gobierno canadiense se negó a tratar el atentado como un acto de odio.
El primer ministro Justin Trudeau aseguró que este “atentado terrorista” fue dirigido “contra los musulmanes” y que esos actos “sin sentido” no tienen cabida en la sociedad canadiense.
“La diversidad es nuestra fuerza, y la tolerancia religiosa es un valor que nosotros y como canadienses, los apreciamos”, sostuvo en un declaración que dio a conocer vía Twitter.
“Los musulmanes canadienses son una parte importante de nuestro tejido nacional. Las autoridades policiales canadienses van a proteger los derechos de todos los canadienses, y hará todo lo posible para detener a los autores de este acto y de todos los actos de intolerancia”, sostuvo Trudeau.
Estas declaraciones chocaron con el discurso imperante en la Casa Blanca desde la asunción presidencial de Donald Trump.
Mientras el mandatario estadounidense prohibió en los últimos días la entrada de musulmanes y los refugiados a su país y desató la ira de gran parte del mundo, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, anunció que todos los refugiados, sin importar su religión y origen, eran “bienvenidos” a Canadá.
Fuente: Agencia Télam